Las elecciones presidenciales en Perú se llevaron, a cabo, el día de ayer en un clima de temor e incertidumbre, por un lado la candidata Keiko Fujimori, hija del malogrado ex-presidente Alberto Fujimori el cual se hizo conocido por vencer al terrorismo y también por negociar con el narcotráfico y aumentar sus arcas personales de la amno con su socio Vladimiro Montesinos.
Por el otro lado, Ollanta Humala militar acusado de organizar el andahuaylazo, acción que costo la vida de polícias, pero que cuenta con el apoyo del pueblo sobre todo de la gran masa ubicada dentro de los márgenes de la pobreza y pobreza extrema.
A que se debe que haya ganado Ollanta Humala, el Perú es un país donde el machismo y la necesidad de control se hacen urgentes. Tenemos que en la última década la violencia ha aumentado a tal punto que los asaltos van acompañados de muertes, los accidentes provocados por choferes en estado de ebriedad son el pan de cada día, donde las empresas extranjeras abusan del poblador peruano y las autoridades no dicen este pleito es mío.
En esta situación La señora Keiko Fujimori no ofrecía nada y para colmo se rodeo de las misma personas que acompañaron a su padre en todo el nefasto gobierno de su segundo periodo.
Ollanta Humala ha prometido cambios, ha prometido ayudar a los más pobres, ha prometido bajar el costo del gas, pero recordemos que las palabras se las lleva el viento, esperemo que pueda hacerlo.
Dentro de todo este ejercicio encontramos el partido de gobierno actual, arrinconado olvidado y formando filas con los expectorados Acción Popular y PPC, hoy el partido de la estrella se acerca al final de su camino, esperamos que no retorne y si es posible que se pierda en el laberinto de los partidos que no ayudaron en nada al país.
